Más allá (o más acá) del mito, la devoción, la historia o la tradición, la fiesta del Porrat de Potries, por San Blas, cuando más frío hace, nos muestra una de las formas valencianas más genuinas de relación social: horizontal, colaboradora, poderosamente oral y olfativa, divertida, irrespetuosa y de alta especialización gastronómica. Se lleva a cabo en la plaza, en la calle, y no se te permite sentirte ajeno.
Al Porrat de este año ha acudido una representación del CVC encabezada por la presidenta, Dolors Pedrós, Ascensión Figueres e Irene Ballester. El CVC se mostró a favor de dar al Porrat la categoría de BIC inmaterial. El alcalde de Potries, Sergi Vidal, y la regidora de Cultura, Estela Sanchis, han acompañado a las consejeras en la visita por el pueblo.
Este año el ayuntamiento ha podido exhibir, durante la semana del Porrat, el documento de la Concordia, que determinaba la caudal de agua del Serpis que podía utilizar cada municipio, y que firmaron en 1511 la duquesa de Gandía, Maria Enríquez, y el conde de Oliva, Serafín Centelles.
En la calle te tienen que reconocer los otros y tú los tienes que reconocer también. Es la regla de la fiesta. Parece que es un precio que los valencianos pagamos bien a gusto, quizás porque en el fondo intuimos que nuestra identidad solo la podemos reconocer en los otros.
No hay més que ver a la presidenta Pedrós saludando a los libreros, o a Ascensión Figueres mirando con ojos golosos el chololate, o a Irene Ballester charlando con la regidora de Cultura, Estela Sanchis.
Incluso la anterior alcaldesa, Assumpta Domínguez, hace y reparte unos buñuelos de calabaza deliciosos. Todo el pueblo cocina o prueba, ríe o comenta.
Y para terminar, disfrutando como chiquillos de una función de marionetas sobre el milagro de San Blas.
El CVC lo sabía cuando en su informe se mostró a favor del reconocimiento de la fiesta como BIC inmaterial. Potries nos ha invitado este año a compartir con ellos este momento precioso de alta cultura.